Recibir y dar: La historia de María Correa y su impacto en ALCEC
María Correa fue diagnosticada hace 31 años con cáncer de mama. La operaron en el Perrando, y en esos ocho meses de tratamiento, post operatorio, recurrió a ALCEC Charata para poder ver a su familia cada 15 días. Apenas se aseguró de que su salud estaba bien, decidió devolverle a la institución el favor, y eso transformó drásticamente a este lugar, que hoy es de clave importancia.
A pesar de estar pisando el 2021, la salud no goza de buena salud en el interior, y la presencia de ALCEC, es determinante, principalmente para las personas que no cuentan con recursos. ALCEC asiste con tecnología, remedios, consultas, pero también con comida, ropa, pasajes, por sobre todo con prevención, a cientos de mujeres de Charata, zona rural, y localidades cercanas.
Según las últimas estimaciones realizadas por la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC) en base a datos disponibles a nivel mundial en el año 2018, Argentina presentó una tasa de incidencia de 212 casos por 100.000 habitantes, cifra que la posiciona dentro de los países del mundo con incidencia de cáncer media-alta, ocupando el séptimo lugar en Latinoamérica.
María Correa de Tomat, se ha trasformado en un símbolo en la lucha contra el cáncer, a través de ALCEC, Charata. Pero, esta historia empezó hace más de 30 años, con María, como paciente.
-Me detectaron mi cáncer a los 35 años, pero el año anterior, yo había acudido a la consulta porque me encontré un pequeño nódulo en una de mis mamas. Me hice una mamografía, y hasta una punción, y nada dio sospechoso. Me medicaron por displacía mamaria, que -por lo general- es la que esconde los problemas, porque es algo benigno, pero es una inflación que a veces tapa lo que pasa.
-Al año siguiente, vuelvo a la consulta, porque seguía estando ese nodulito que me llamaba la atención. No me dolía, ni nada. Recuerdo que me atendió la doctora Cristina Cortéz. Me dice sabes que esto no me gusta, vas a tener que ir a Resistencia
María agrega que “hace 31 años que te digan que tenías que ir a Resistencia era algo terrible. Era un mundo desconocido, y ya pensar ¿por qué me manda a Resistencia?.
-Le digo, pero doctora, yo tengo mi bebé (NdA: Víctor Hugo, el tercero de sus hijos, tenía 7 meses), y me dijo "vos arregla las cosas".
-Un amigo que iba a Corrientes, un día sábado, me dejo en la puerta del Hospital, Ahí comenzó todo, un mes de agosto. Me recibieron con los brazos abiertos, por ser sábado.
-Ha cambiado mucho los tiempos, hoy para conseguir un turno tenes que ir de rodillas de Charata a Resistencia.
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En Argentina, según las estimaciones de incidencia del Observatorio Global de Cáncer de la OMS (2018), el cáncer de mama es el de mayor magnitud en cuanto a ocurrencia: con un volumen de más de 21.000 casos al año, representa el 17% de todos los tumores malignos y casi un tercio de los cánceres femeninos.
Otra vez más estudios, y dos punciones. El material extraído, no permitía dar un diagnóstico. La doctora Rosa Nélida La Palma, una reconocida mastóloga que tuvo Chaco, decidió extirpar el “nódulo” a María.
-Me extrajeron el nódulo, por estética te hacen un tajito en el pezón, lo sacan con delicadeza. Eso fue en agosto, y me dijeron ahora hay que esperar el resultado. Tenía que volver en 15 días.
-En ese entonces, don Juan Tugores, que era un loco del teatro. Me dice: "mirá nos invitaron a actuar con los jubilados de Charata en Sáenz Peña"; y él consigue que me llevaran los jubilados de Resistencia, para buscar mis resultados.
El mismo apellido distinto nombres
-Fui con un bolsito, dije voy busco los resultados y vuelvo. Ahí me dan la noticia.
-La doctora me dice todos tienen el mismo apellido con diferente nombre. Es cáncer, y el nombre varía en el grado de malignidad que pueda tener. Estaba afectado en un 30 por ciento, con bajo grado de malignidad. Fui a una cirugía para extraer los ganglios, pero no me hicieron una mastectomía.
-Yo soy lo que los médicos llaman una conservadora.
La cirugía conservadora, es en la actualidad un tratamiento estándar para los estadios tempranos en cáncer de mama, con supervivencia similar a la mastectomía radical modificada y con porcentajes de recurrencia cada vez menores (Dra. Migdania Martínez Madrigal. Instituto de Cancerología, Dpto Enseñanza de México)
-Yo le pedía a la doctora que me saque la mama y se terminó el problema. Ella me dijo que no; “porque vos me pidas no te voy a sacar un riñon o un pulmón”.
-Pasaron 31 años y acá estoy.
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-Me llevó seis aplicaciones de quimioterapia y 56 de cobalto. Llegue un sábado de septiembre, y pasaron 8 meses, y cada 15 días podía venir. Mi situación económica era muy diferente a la de hoy. Esto me lleva a ALCEC
Prevenir, tratar, curar
La Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer (LALCEC) es una Organización de la Sociedad Civil, creada el 22 de julio de 1921 por la señora Helena Larroque de Roffo, y trabajan en la prevención y la detección temprana de la enfermedad.
-ALCEC – LALCEC, en aquel entonces- me daba los pasajes. La señora Silvia Alsinet, era la presidenta. Me daba una nota para el dueño de los colectivos, me daban un pasaje de ida con fecha, y otro de vuelta sin fecha.
“Si la familia no está unida, a veces no se logra afrontar el tratamiento”, afirma María. Que llegó a casa, luego de esos primeros 15 días, de su diagnóstico y cirugía, para contarle a su familia qué pasaba.
-Pensaba en mis hijos, que eran chicos. Pero Dios te pone las personas, y gracias a Dios, mi familia siempre fue unida. Mi hermana, que trabaja en casa de familia cama adentro, decidió venir a instalarse en mi casa y cumplía con su trabajo tres veces por semana nomás. Cuidó a mi bebé de siete meses, Andrea tenía 8 años, y Javier, 13 años.
-Ellos entendieron. Me hacían cartas, las ponían dentro de mi bolsito, antes de irme, y me contaban cómo se sentían ellos. Lo que más querían era verme bien.
Sobreviviente
-Cuando termino mi tratamiento -soy una persona muy agradecida- quería devolverle la ayuda a ALCEC. Porque si no me hubiera pasado los ocho meses en el Perrando sin ver a mi familia.
-Estaba Estela Pochon, que me dijo no queremos plata, necesitamos personas que quieran trabajar con nosotros. Ahí me puse la camiseta.
“Me fui metiendo cada vez más, porque cuando estaba en el Perrando compartía una habitación de cuatro camas, donde estaba yo y otras señoras con problemas ginecológicos. Ves morir todos los días uno. Me tocó estar en el velorio de una chica de 25 años, que estaba ahí”, recuerda María, esa realidad que la llevó poner nafta en el tanque”, para afrontar un camino que no dejaría más.
-Yo le pregunté al oncólogo, será que me voy a curar. Él me dijo “tene en cuenta de que la ciencia le ganó 50 por ciento a la enfermedad, y vos estas del lado del 50 por ciento que se cura". Eso fue para mí la rama en el medio del mar, de ahí yo me agarre.
-Entendía que me iba a curar, y ahí dije yo no me morí porque se agarró a tiempo mi problemas. Y me empecé a preguntar cómo se hace eso. Al estar en ALCEC, recuerdo que se hacía consultorio una vez a la semana, 11 paps, con la doctora trabajando sin cobrar.
-Recuerdo que les dije que teníamos que conseguir un mamógrafo, porque si no sentía que no servía de nada. Les decía tenemos que sacar un crédito, algo.
¿Pero, María, cómo hacían en una institución, donde cuesta incluso juntar gente, para juntar tanta plata?
-Yo vengo de muy abajo, de andar descalza, no haber comido un día o dos, y hasta cinco días. Pero la reme, para mí no hay imposible, todo tiene solución, hay que encontrarle la vuelta.
-Yo tenía tantas ganas, que Dios me mandó a Daniel Bruno que dijo chicas yo quiero trabajar con ustedes. Recuerdo que estaba en el supermercado, y era mi segundo mandato como presidente, y me contacta la periodista Karina Rojas, que me hacía notas, seguido, y me comentó que Dani Bruno (N d R: empresario del rubro supermercados) quería contactarse. Al día siguiente nos reunimos, y en un año pusimos el mamografo.
La lucha que no termina
“Ahora a ALCEC le cuesta cada vez menos conseguir voluntarios, porque estamos en los medios, la gente sabe de nuestro trabajo, y la gente se contagia de todo lo que hacemos. Se suma. Hemos renovado la comisión directiva, no logramos que hombres se sumen, pero somos 15 mujeres, con muchas chicas jóvenes”, explica María, que inició un nuevo mandato como presidenta, tras dos años de no asumir en ese cargo.
-Todo lo que venimos sembrando, como esas charlas que hicimos en la zona rural, y gracias a eso hay personas que están cursando tratamiento. Todo el año hacemos estudios gratuitos, con mujeres que sabemos que no tiene recursos, y creo que después de la pandemia será peor.
En relación a las charlas que llevaron a la zona rural, que se hicieron en las escuelas, con mujeres de la región, y estuvieron a cargo del doctor Alejandro Afranchi, María comentó que “al principio era como que todas estaban asustadas, cuando el doctor preguntaba, pero cuando la primera levantó la mano, el resto e soltó”.
María explica que, si bien no tienen sicólogos trabajando con ellas, “cuando se detecta algo en el consultorio, nosotros agendamos todo y hacemos seguimiento del paciente, sobre todo si no tiene cobertura social. Siempre les doy mi teléfono, les digo que me llamen a la hora que sea, y eso a mí me hace mucho bien”
Cadena de favores
Para María el crecimiento se refleja también en el accionar de ALCEC. Cuando ella fue paciente –dice “en esa época era asistir a las personas en estado terminal con la morfina. No había mamógrafo, había una sola ginecóloga y poca difusión. Ahora no se pide el espéculo a la mujer, todos los insumos descartables los ponemos nosotros”.
En 2019, ALCEC Charata realizó 111 mamografías gratuitas para gente de de la zona rural, Las Breñas y Hermoso Campo.
-Tenemos gente que dice todo tiene que ser gratis. Nosotros trabajamos con obras sociales, con las que valen la pena. Hay algunas que ofrecen convenios que son un desastre, porque nos quieren pagar menos de la mitad de lo que cobra el profesional, y nosotros se lo hacemos saber al paciente. Las obras sociales nos dejan un margen. Todas las obras sociales pagan el mismo valor o un poco más, y cada tres meses actualizan los aranceles.
María entiende, como ella misma lo vivió, que es esa cadena de favores las que permiten que instituciones como ALCEC continúen funcionando y cumpliendo su misión. Sea con dinero, o sumándose como voluntarios, o socios.
-La persona que puede pagar aporta para la señora que no tiene recursos, al igual que el socio de ALCEC, que paga una cuota mínima.
¿María, qué dice la familia ahora que volvió a ser presidenta?
-Ahora mi familia ya no me dice nada. Mis hijos todos han colaborado con ALCEC (dice entre risas).
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